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  • Writer's pictureAngel Torres Moreno

HE IS


Ángel Torres M.’s article: ÉL ES.

“Señor, tú nos has sido refugio de generación en generación. Antes que naciesen los montes y formases la tierra y el mundo, desde el siglo y hasta el siglo, tú eres Dios.” Salmo 90:1.

¿Qué es el tiempo? Es como un paréntesis en medio de una línea constante que se extiende eternamente hacia el futuro y el pasado. Cuando el salmista piensa en las veces que ha necesitado protección, que no ha tenido a donde ir, se encuentra que Dios siempre estuvo presente para protegerlo, para ofrecerle refugio. Dios no es solo refugio para el salmista, sino que también lo fue para sus antepasados. Entendemos que el Salmo 90 fue escrito por Moisés, el mismo Moisés a quien Dios se le reveló como el “Yo soy”. Dios es. No ha sido ni será, simplemente es. Dios no tiene pasado ni futuro, simplemente tiene un presente, una eternidad que no está condicionada al tiempo que consume al ser humano. Él está presente en nuestras tribulaciones, está presente cuando parece que todo se ha desmoronado. Está presente en nuestro futuro.

En ocasiones vemos a Dios obrar maravillas de forma poderosa y otras veces se limita a acompañarnos, a no dejarnos solos cuando todo mundo nos da la espalda, y a guardar silencio, escuchando nuestras tristezas y alegrías. Pero Él no nos abandona. Porque su esencia no es fugaz ni escurridiza, su esencia lo llena todo y a todos aquellos que le buscan de todo corazón. Su presencia nos da descanso y seguridad, nos ofrece un refugio seguro en el que podemos estar confiados. Además de refugio, Dios nos ofrece formar parte de una obra, su obra, que es hermosa, aunque no alcancemos a comprenderla en su totalidad.

Dios no está condicionado por el tiempo ni el espacio, aunque al hombre sí nos puso dentro del tiempo junto con toda la creación, y nos dice: “Convertíos, hijos de los hombres. Porque mil años delante de tus ojos son como el día de ayer, que pasó, y como una de las vigilias de la noche.” Salmo 90:3,4. El convertirse implica ser transformado, renovado y lavado por Dios en la sangre que el Señor Jesucristo derramó en la cruz del Calvario. También implica pasar a tomar parte activa en el plan que Dios tiene para cada uno de nosotros, cambiando de una perspectiva condicionada por el tiempo a una perspectiva eterna, en la que aprendemos a ver, en sentido figurado, con los ojos de Dios.

HE IS.

“Lord, you have been our dwelling place throughout all generations. Before the mountains were born or you brought forth the earth and the world, from everlasting to everlasting you are God” (Psalm 90:1-2).

What is time? It´s like a parenthesis amid a constant line that extends eternally toward the future and the past. When the psalmist thinks about the times he has needed protection, when he had nowhere to go, he finds that God was always present to protect him, to offer him refuge. God is not only a refuge for the psalmist, but he was also for his ancestors. We understand Psalm 90 was written by Moses, the same Moses to whom God revealed Himself as the “I am.” God is. God has never been and never will be, He simply is. God has no past nor future, He simply has a present, an eternity not conditioned to the time that consumes human beings. He is present in our tribulations; He is present when everything seems to fall apart. He is present in our future.

We see God working wonders at times in a mighty way, and at others He limits himself to just be present with us, to not leave us alone when everyone else turns their back on us. He stays silent, listening to our sadness and happiness. But He never forsakes us. Because his essence is not fleeting or slippery, his essence fills everything and everyone who seeks him with all their heart. His presence gives us rest and security; offers a safe refuge in which we can abide with confidence. Besides a refuge, God offers us to participate in His work, a work that is beautiful even if we don´t understand it in its entirety.

God is not conditioned by time or space, even though He places us within time with the rest of creation and tells us: “Return, ye children of men. For a thousand years in thy sight are but as yesterday when it is past, and as a watch in the night” (Psalm 90:3-4). Return implies going back to dust but also repentance, being renewed by God’s work done by Jesus at Calvary when He shed his blood. It also implies being proactive in God’s plan designed for us, changing from a perspective conditioned by time to an eternal one, in which we learn to see, in a figurative way, with God’s eyes.

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